Mientras los medios muestran listas de útiles, mochilas nuevas y uniformes relucientes, millones de niños en México enfrentan un regreso a clases lleno de obstáculos económicos, sociales y estructurales.
El costo de la educación
El regreso a clases implica gastos que para muchas familias son difíciles de cubrir. Según la Profeco, el gasto promedio por alumno en útiles escolares para primaria y secundaria va de 305 a 436 pesos, solo en materiales básicos. Pero sumando uniformes, inscripción y otros costos, la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes calcula un promedio cercano a 10,916 pesos por alumno, lo que representa un aumento del 12.6% respecto al año pasado.

Estos números muestran por qué, aunque los reportajes de medios privados se centren en compras de lujo y ofertas, para muchos padres la educación se convierte en un desafío económico real.
Pero a un lado de los útiles… vienen los niños que no podrán regresar
No todos los niños podrán volver a la escuela este ciclo. UNICEF estima que más de 4 millones de niños, niñas y adolescentes en México no asisten regularmente a la escuela, y unos 600 mil más están en riesgo de abandonarla por pobreza, enfermedad o falta de transporte y materiales.

El panorama se complica cuando las familias deben elegir entre cubrir necesidades básicas y comprar los útiles escolares necesarios. Cada año, esta realidad invisibilizada deja a un número significativo de estudiantes fuera del aula.
Escuelas públicas en condiciones precarias
Además del factor económico, muchas escuelas públicas carecen de infraestructura adecuada. Edificios deteriorados, falta de baños funcionales y espacios insuficientes dificultan la enseñanza diaria. Casos como la escuela primaria “René Juárez Cisneros” en Acapulco muestran que incluso nuevas instalaciones pueden operar en condiciones precarias debido a la falta de mantenimiento o robos constantes.

Esta situación impacta directamente en la calidad educativa y en la motivación de los alumnos para asistir.
Desigualdad de género en la educación
La falta de infraestructura adecuada afecta particularmente a las niñas. La ausencia de baños seguros y de productos de higiene femenina provoca que algunas pierdan hasta un mes de clases al año, incrementando la brecha de desigualdad y aumentando el riesgo de deserción escolar.
Este problema, que podría parecer secundario frente a la compra de útiles o uniformes, demuestra cómo múltiples factores estructurales se entrelazan para limitar el acceso a la educación.
¿Que observamos?
El regreso a clases en México no es homogéneo. Mientras algunos viven la emoción de estrenar mochilas y materiales, otros enfrentan un inicio de ciclo escolar lleno de obstáculos: gastos imposibles de cubrir, infraestructura insuficiente y barreras sociales y de género.
Esta realidad evidencia que garantizar educación para todos requiere mirar más allá del brillo de los útiles, atender la desigualdad y apoyar a quienes más lo necesitan. Porque detrás de cada mochila nueva, hay niños que aún esperan tener la oportunidad de aprender.