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Suicide: el dúo que inventó el futuro con sintetizadores y amenazas

Suicide

En los años 70, cuando el punk aún aprendía a escupir, Alan Vega y Martin Rev ya gritaban al vacío con sintetizadores y cajas de ritmo. Suicide no solo fue pionero: fue un manifiesto sonoro que décadas después sigue intimidando y desafiando al oyente.

El sonido que nadie entendía (y todos imitaron)

Formados en Nueva York en 1970, Suicide llevó la crudeza del punk a un territorio inexplorado: beats mecánicos, órganos distorsionados y una voz que oscilaba entre el crooner paranoico y el predicador apocalíptico.
Inspirados por el minimalismo, el arte visual y la vida urbana neoyorquina, crearon canciones como Ghost Rider y Frankie Teardrop, que narraban historias de alienación y violencia con una intensidad casi insoportable.

En su momento fueron recibidos con indiferencia o abucheos… pero con el tiempo se convirtieron en el blueprint de géneros enteros: synth-punk, industrial, darkwave e incluso las primeras corrientes de techno.

Un acto en vivo como un enfrentamiento

Los conciertos de Suicide eran experiencias de confrontación pura. Vega, con su presencia intimidante, insultaba al público, encendía luces estroboscópicas y extendía las canciones hasta el límite de la incomodidad.

Alan (Suicide) en vivo en THE REX CLUB en Paris, 1986, foto: Max Well

Martin Rev, imperturbable detrás de su teclado y su caja de ritmos, creaba un muro sonoro hipnótico que contrastaba con la violencia verbal de Vega.
Muchos shows terminaban en caos o peleas, pero esa tensión no era un accidente: formaba parte de su arte y de su rechazo a la complacencia.

Legado: de culto a ADN de la música moderna

El legado de Suicide se entiende mejor como una semilla que germinó en múltiples géneros.
Artistas tan dispares como Bruce Springsteen, Nick Cave, Depeche Mode, Nine Inch Nails, LCD Soundsystem, M.I.A., Savages o The Horrors han reconocido su influencia directa. Incluso Henry Rollins y Thurston Moore han citado su actitud como referencia para entender la provocación en el rock.
Springsteen llegó a decir que Frankie Teardrop inspiró el minimalismo narrativo de su disco Nebraska, mientras que Trent Reznor ha incorporado en Nine Inch Nails el tipo de tensión y repetición que Suicide dominaba.

Suicide y Debbie Harry, foto de Chris Stein

Más allá de la música, su impacto se siente en la estética: la idea de que menos puede ser más, y que un sintetizador barato puede ser más amenazante que una guitarra distorsionada.
En festivales y listas especializadas, su álbum debut Suicide (1977) aparece regularmente como uno de los discos más importantes e influyentes de todos los tiempos.

Recomendación UNDR

Si nunca los escuchaste, empieza por Suicide (1977), un debut que es como abrir la puerta a un callejón oscuro del que no querrás salir. No es un disco cómodo, pero sí imprescindible para entender cómo un par de músicos, sin banda, sin complacencias y sin miedo, cambiaron el curso de la música alternativa.

Si quieres mas, escucha todo Suicide en Spotify

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