El legendario capo sinaloense, Ismael “El Mayo” Zambada, rompió el silencio en una corte de Brooklyn y aceptó su destino: culpable de dirigir por décadas una de las organizaciones criminales más poderosas del planeta. Sin pena de muerte a la vista, pero con la cadena perpetua casi asegurada, su confesión marca un antes y un después en la historia del narco.
Puntos clave
Durante más de cuatro décadas, “El Mayo” fue el fantasma que todos sabían que existía pero que nadie lograba capturar. Mientras su socio Joaquín “El Chapo” Guzmán caía una y otra vez en manos de la justicia, Zambada se mantenía al margen, casi mítico, dirigiendo al Cártel de Sinaloa desde las sombras. Hasta que en 2024 lo alcanzó la ley y, ahora en 2025, lo alcanzó también la verdad: se declaró culpable en Estados Unidos de narcotráfico, crimen organizado y lavado de dinero.

En la audiencia, a través de un intérprete, el capo no solo aceptó haber coordinado envíos masivos de cocaína, metanfetaminas, heroína y fentanilo hacia el norte. También confesó haber sobornado a policías, militares y políticos en México para mantener aceitado el engranaje de su imperio. Y, por si fuera poco, reconoció ordenar asesinatos que aseguraban la continuidad del negocio.
El precio de una vida en la cima
El acuerdo de culpabilidad le garantiza esquivar la pena de muerte, pero no la condena final: cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Además, se prepara un decomiso histórico de hasta 15 mil millones de dólares, cifra que dimensiona el tamaño real de su fortuna y la magnitud de sus operaciones.

El arrepentimiento que nadie esperaba y que nadie cree
Entre las declaraciones, “El Mayo” sorprendió al mostrar un tono de arrepentimiento. Pidió perdón por los daños causados, aceptó que su poder tuvo un costo social incalculable y dijo cargar con el peso de esas decisiones. Sin embargo, su defensa dejó claro que no colaborará con investigaciones ni entregará información sobre cómplices: su confesión cierra su historia, pero no abrirá otras.
El efecto dominó en el Cártel de Sinaloa
La caída de Zambada no es solo personal, es estructural. Las autoridades estadounidenses y mexicanas lo describieron como “la decapitación del Cártel de Sinaloa”, un golpe que desestabiliza a una organización que durante años controló rutas, plazas y mercados de drogas a nivel global. La incertidumbre ahora apunta a quién llenará el vacío: ¿seguirán los hijos de “El Chapo”? ¿o habrá una fragmentación aún más violenta dentro del grupo?

Magnitud del daño
En números, el propio Zambada admitió que bajo su mando el cártel movió más de 1.5 millones de kilos de cocaína y cantidades igualmente masivas de otras drogas. Eso significa miles de millones de dólares en ganancias y, al mismo tiempo, miles de muertes ligadas al consumo y a la violencia que generó su imperio.
La sentencia que definirá la historia
La fecha está marcada: enero de 2026. Ese día un juez federal pondrá el punto final a una de las historias criminales más largas y legendarias de México y Estados Unidos. Hasta entonces, “El Mayo” seguirá en prisión, ya sin la aureola de intocable y con un futuro que solo apunta a morir tras las rejas.
El final, digno de una serie…
La declaración de culpabilidad de Ismael “El Mayo” Zambada no es solo una noticia judicial, es el final simbólico de una era. El hombre que durante décadas manejó el narcotráfico mundial desde la Sierra de Sinaloa cayó en el mismo lugar donde tantos capos soñaron nunca terminar: una corte de Nueva York. Y aunque su silencio protegerá secretos del cártel, su condena es ya la lápida de un mito criminal.